martes, 22 de noviembre de 2011

Personal Fest 2011



INXS. Calle 13. Sonic Youth. Qué combineta. El pasado 5 de noviembre, sábado, tocaron los tres. INXS arrancó nueve y media sin el privilegio del atardecer ni las estrellas, ni temprano ni tarde, con un cantante desaforado y agradecido como un paciente de la Madre Teresa. Ciaron Gribbin hace un show. Ya había fumones esperando a Sonic Youth, matrimonios devorados por el tiempo, el dolor de columna y alguna mujer de pelo corto bailando su pasado. Elegantly Wasted, Devil Inside o la versión que hicieron de Original Sin sonaron limpios, bailosos, directos al beat. Hicieron una versión más que melosa de Beautiful Girl, un tema de Gribbin que mejor olvidarlo y temas como Suicide Blonde, Heaven Sent o New Sensation donde sacudimos la punta colorada de la goma luminosa. Menos las hijas del matrimonio, Blackberry en mano, que hicieron preguntarme por el espíritu festivo de cada uno. Antes de terminar la hamburguesa, Kirk Pengilly estaba tocando el saxofón mientras el nuevo cantante que no dejó de nombrar a Hutchance y Buenos Aires hasta este momento, con una remera de Argentina empezó a patearle pelotas al público. Terminé el cotizadísimo hielo con cola y fui a Calle 13.
La primera diferencia entre INXS que escuché por herencia, y Calle 13, que escuché por bombardeo audiovisual, es que a la banda de Residente, Visitante y PG13 me dio ganas de aplaudirla. De hacer ruido. Desheredado INXS, Calle 13 ya sonaba antes de empezar. Entraron con cuenta regresiva y todo, dejándome con una zapatilla parada en la fiesta y la otra desconfiando. Ya habían empezado los empujones, las luces y los temas para mover el culo. Es verdad que René habla y lucha y queda bien con los compañeros, pero una vez que arranca, en quince segundos arma una Kermesse de la que es casi imposible escapar. No Hay Nadie Como Tú, la dedicatoria a Facundo Cabral, el Baile De Los Pobres, algún tema del primer disco y los distintos estilos (reggaeton, punk, jazz, etc.) llevados por Visitante a zapadas zarpadas no pierden el eje. Bailar. Por momentos es una murga psicodélica y las letras de René son para reír o reír. PG13 es la que hace llorar. Canta, calienta y brinca sobre serpientes. Una Fiesta De Locos. Pero viendo este último tema desde el campo de en frente, la ansiedad por ver a los newyorkinos era cada vez más insostenible.
A esta altura el Personal Fest era una especie de arena movediza publicitaria que tenía pasillos llenos de marcas, personas llenas de marcas y de casualidad unas cuantas bandas tocando. Yo iba al revés del que me pedía bailar y más de la estatua que rumiaba cuando yo probaba mover los pies.
Sonic Youth fue al revés. Estaban en el escenario sin tocar. Kim Gordon con el monitor bajo, Thurston Moore probando pedales, Steve Shelley y Lee Renaldo listos para el desastre y Mark Ibold (Pavement) cabeza gacha mirando el bajo. Abrieron con dos temas de The Eternal, Sacred Trickster y Calming The Snake. Thurston Moore ya enloqueció y faltan once temas. Suena como entrar en una ballena (The Test, Chemical Brothers) y salir expulsado al final del tema, producto de años de constipación (Calming The Snake). Hasta acá las letras no importan. Siguieron con dos temas de Sister y dos de Daydream Nation tocando casi en el círculo de Neil Young & Crazy Horse (Hot Festival 2001). La voz de Moore como una malteada vieja de Apu (Kotton Krown) y Lee Renaldo canta a Neil Youg cuando dice 1968, 1947, 2006, now it’s all behind you (Hey Joni). Llegan a Tom Violence (EVOL) y da la sensación de haber estado viendo una banda que ya no tiene la fuerza de la juventud, pero la transforma en lo que suena. Otra fuerza, que viene de una música que hace bien y hace mal.
Ya para la última parte del show tocaron What We Know. Qué puedo decir; ya es hit en mi cabeza. Lo tocaron después de White Cross, y antes de Brave Man Run (In My Family) enganchado con Death Valley ’69, dos temas de su disco que sin la obstinación fantasmagórica de EVOL ni la alta fidelidad de Dirty, hace del toque amateur un arte, o al revés, a partir de una artesanía musical una bola de ruido como de fuego gigante (Bad Moon Rising). Steve Shelley toca al revés de como algunas figuras clásicas (Axl Rose, Roger Waters): lo hace mejor que nunca, y con Lee Renaldo forman un satélite aparte, con Mark Ibold semitransparente entre los dos tocando guitarra o bajo. Mientras tanto Moore y Gordon gritan “Hit it” y después de lo arenoso de la letra la voz de Kim Gordon sale volando en círculos alrededor del escenario.
Sugar Kane. Dos guitarras, dos bajos y Steve Shelley. Durante trece temas el escenario fue una calesita gigante, por momentos una noche de feria y por momentos una nave espacial con zapadas, todas mejores que en los discos. Thurston Moore mantiene esa ira calculada, se revolea a sí mismo y tiene la cara como borrada, vieja desde hace treinta años, y lo mantiene joven. Y me tienta a decir eterno. Como me tienta terminar diciendo I love you, Sugar Kane. Pero los fuegos artificiales nunca me aburrieron tanto (Personal Fest 2011).


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